Cuando a uno le hablan acerca de oceanografía biológica en lo primero que piensa es en ver ballenas, delfines o algún otro tipo de mamífero marino, exactamente con la misma ilusión con la que aprovecho cada pequeño momento de tiempo libre a bordo del Sarmiento de Gamboa, para asomarme por la borda esperando algún encuentro de este tipo.
Peces voladores y el atardecer mientras esperamos el codiciado encuentro.
Sin embargo, la observación y estudio de esos animales tan maravillosos es solo una pequeña parte de esta disciplina, siendo mucho más grande la parte en la que se estudian las comunidades de microorganismos que forman la base de las estructuras comunitarias dentro del océano, como estamos haciendo a lo largo de la campaña e-IMPACT.
Se produzcan o no esos encuentros con seres vivos tan majestuosos y grandes, como lo son las ballenas, mirar por la borda siempre es reconfortante, si no es solo por ver el hipnótico movimiento de las olas, lo es por observar algún tipo de ave marina surcando la superficie en busca de alimento, el saludo momentáneo de alguna tortuga curioseando el tamaño de nuestro querido buque o una colorida puesta de sol sobre el horizonte marino.
Es por ello que si quieres encontrarme dentro de este nuevo hogar en el que habito, la cubierta de estribor es el primer sitio donde tienes que buscar, después de los laboratorios, claro.
Finalmente... ¡Delfines a la vista!
Imágenes: Álvaro Delgado, Javier Arístegui
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