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Writer's pictureIanna Luna

Los remolinos y el mambo de medianoche

La noche es silenciosa, salvo por el ronroneo de los equipos de laboratorio y algunos susurros sueltos. Los remolinos giran inconscientes de sí mismos, sin saber que les atravesamos emocionados. Les observamos en las pantallas con la ilusión de una madre que observa su primera ecografía. Estuvimos persiguiéndoles durante el día de ayer a través de programas satelitales y sondas oceanográficas, intentando predecir sus destinos, y por lo tanto, el nuestro.


Una vez fijado el rumbo, el equipo se dividió por turnos para acompañar a los remolinos hasta el amanecer. Incluso Eddy, nuestra mascota, se encuentra analizando muestras de agua con nosotros.


Nuestra mascota Eddy, analizando la fluorescencia de las muestras que luego nos permitirán estudiar la productividad en cada remolino.


Al encontrarse en el Corredor de Remolinos Canario (CEC), los remolinos son hijos de las islas de los canes, y por ello, de derecha a izquierda, les presentamos a Nublo, Anaga y Garajonay:

Imagen satelital de los remolinos sobre los que hemos hecho el primer transecto de muestreo de la campaña.


Es graciosa la ternura que nos invade al apreciarlos en el mapa, considerando sus naturalezas poderosas y salvajes. Nuestro buque, minúsculo en comparación con los campos de Eddies, es azotado sin tregua por las olas durante toda la madrugada.


Nublo nos anticipó la turbulencia a la que nos enfrentaríamos durante la jornada, Anaga nos sacudió como maracas y Garajonay nos demostró orgulloso el poder típico productivo de los remolinos ciclónicos, casi tan intenso como los sentimientos de los amantes que le dieron su nombre. La historia de amor entre las aguas pronto se extinguirá, pero entre muestra y muestra, nosotros no la olvidaremos.


Con la llegada del amanecer, finaliza la jornada de muestreo al llegar al remolino Garajonay.


Fotos: Javier Arístegui, Ianna Luna Duval



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