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Writer's pictureIanna Luna

Entre trasnoches

Mientras perseguíamos el núcleo de Nublo, que nos evadía rebelde, tuvimos un momento para parar y mirar a nuestro alrededor. Han pasado casi tres semanas, pero se siente como mucho más tiempo, a pesar de haber sucedido en un abrir y cerrar de ojos. He pensado que es un buen momento para reflexionar sobre lo que hemos conseguido y lo que buscamos, tanto del mar, como de nosotros.


Aprendemos de los remolinos y alcanzamos fronteras que no conocíamos sobre ellos, pero también aprendemos los unos de los otros. En ese tiempo he intentado asomarme, a veces sin permiso, por las ventanas variopintas de las almas de mis compañeros. Esto es lo que he aprendido:


Aja: Me recuerda que el balance no es inalcanzable mientras busco el equilibrio en posición de mesa, o mientras desciendo las escaleras que llevan al congelador para guardar nuestras muestras. Gracias por abrirme tu corazón y hacerle cosquillas al mío.


Laura M: Cuya determinación renueva la mía, que le da permiso a mis hábitos de convivencia y yo a los suyos, de paso con gusto. Por proteger mi sueño con su consideración y amar las islas tanto como esta isleña.


Álvaro: Que me ayuda a ver el vaso medio lleno, a apuntar dardos y me recuerda que no tiene nada de malo rellenarse el plato una segunda vez... o una tercera.


Laura S: Cuya risa auténtica me llega de varios lugares al día, y le da sentido a los corazones con su generosidad, calidez, sus buenos días y sus buenos provechos.


Javier: Cuya curiosidad propia de un niño me recuerda el verdadero significado de vocación. Su asombro inagotable por el mar me recuerda mi razón de ser y que el gran azul aguarda por nosotros. Que busca el brillo en cada persona y lo saca a relucir.


Nandy: Cuyo compromiso con el bienestar de nuestras muestras le ha hecho estar horas y horas delante del Cytosense asegurándose de que todo sea perfecto. Que además siempre regala dulzura y comprensión desinteresada.


Abisai: Cuya voz juguetona interrumpe mis momentos más estresantes con alivio, cantando canciones que puedo seguir palabra por palabra, y me uno con la complicidad que me ofrece, dándole color a los turnos.


Dolly: Que trabaja incansable y decidida, adaptándose con más gracia que nadie a muestrear tres rosetas seguidas completas, Niskin por Niskin.


Nauzet: Cuya concentración me para los pelos. Es el padre de todas las labores diarias que hacemos aquí, sin parar nos inspira, y yo en particular, le tomo como referencia de cómo hacer las cosas, y de cómo hacerlas bien.


Subha: Cuyo genio renueva literalmente mi fe en la humanidad.


Pepe: Cuya inteligencia y rigor me ayudan a crecer y aprender, mientras su humilidad y amabilidad reconfortan mi visión del mundo.


Mar: Que siempre te regala una sonrisa y se interesa por si has dormido bien, si vas corriendo por ahí con el calzado equivocado o si tienes chocolate en la cara. Haciendo etiquetas para nuestras interminables muestras, y las suyas, con tiempo que no le sobra.


José Luis: Cuyo sentido del humor renueva el aire a donde vaya, compartiendo música con los desventurados que no la descargaron antes de venir (o sea yo). Gracias por dejarme ser una friki contigo.


Antonio M: Que pierde sueño buscando nuestro rumbo y a los remolinos, peléandose con los caprichos de los aparatos, mientras nosotros dormimos, y él... adopta el ritmo circadiano de los remolinos.


Antonio D: Que entiende más de carbono de lo que nosotros entendemos de la palma de nuestra mano. Que siempre sonríe y contagia su tranquilidad. Y que, tengo fe en ello, le enseñará tarde o temprano a esos calamares quién manda.


Ruben: Que ni rechista al encerrarle en una fortaleza de garrafas y al pasarle mangueras entre las piernas cuando muestreamos la roseta.


Marcos: Que captura momentos inadvertido, acechando entre contenedores, pasillos y escaleras.


Tania: Cuyos crocs naranjas son los crocs más bonitos que he visto. En serio, me parece la redención de la marca, y además, me recuerdan con dureza que debí traerme unos.


Alex: Que en silencio se echa unas cartas con los marineros.


En resumen: lo que ha pasado entre trasnoches es especial. Gracias por dejarme entrar, por la paciencia, por enseñarme con el corazón abierto y por darle sentido a todas las horas de trabajo que llevamos. De ganarme la lotería, luego de resolver unos asuntos, tengo claro que les regalo una semana en Bora Bora, spa incluido. Ánimo, que con todo y dificultades, vamos genial.


Espero que podamos seguir cosechando momentos y aprendizajes, entre amaneceres y atardeceres de calima y pardelas. ¡Los remolinos esperan!





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