Caía aceleradamente en el sueño, y durante mis últimos segundos conscientes, el cargador de mi celular parecía un tubo y agua plateada escurría en su interior. Lo acepté como verdad mientras entraba en la oscuridad silenciosa.
El sistema de filtración que amenaza mi percepción de la realidad.
Luego, cuando ya estaba despierta, y no hubiese aceptado con la misma facilidad que mi cargador estaba filtrando agua de la pared, me encontraba agachada junto a una botella Niskin lavando la tapa de una de nuestras garrafas de muestreo, pero algo se sentía distinto. El agua no estaba, ni por asomo, tan fría como lo había estado en días anteriores, cuando atravesamos Nublo, nuestro remolino ciclónico de núcleo frío.
Al terminar nuestro turno de trabajo, Álvaro, Aja y yo, encontramos un lugar en la cubierta para relajarnos durante unos minutos. De alguna forma, Javier sabía cómo encontrarnos. Tenía una mirada extraña y pensativa, mientras miraba el horizonte y luego nuestras caras expectantes. "¿Se han fijado en que no hay pardelas?" preguntó divertido.
No había ninguna.
Nos fijamos, y a lo mejor aparecieron una o dos, pero las pobres, o tenían mala suerte, o se encontraban perdidas. Esto quería decir que habíamos llegado a Anaga, nuestro remolino anticiclónico. Este tipo de remolinos bombea aguas cálidas superficiales hacia las profundidades, por medio de un proceso denominado downwelling, enterrando los nutrientes en el abismo, y convirtiéndose en desiertos de productividad. Menos producción primaria signfica que el zooplancton tendrá menos comidas, y por tanto los peces... por lo que no hay comida para las pardelas aquí.
Pequeños gelatinosos pescados en Anaga con nuestras redes de zooplancton.
Los remolinos ciclónicos son otra historia. Estos bombean agua fría, rica en nutrientes, desde las profundidades hacia la superficie, por medio de un proceso llamado upwelling, incrementando su productividad, y por ende, su abundancia de vida.
La dinámica de los remolinos se relaciona de forma intrínseca con la riqueza de las comunidades biológicas en sus interiores. En el núcleo cálido de Anaga no encontramos más que criaturas gelationosas, microescombros y plásticos. ¿Pero en Nublo? Qué explosión de vida. Nuestro filtros gritaban ¡YA BASTA!
Es que... tan solo hay echar un vistazo a las concentraciones de clorofila:
Imagen satelital de la clorofila en nuestros remolinos. Tomado de: Copernicus.
Con el fin de nuestro turno, el sol se asoma como una yema de huevo brillante tras las nubes. La noche se ha ido mientras llegamos a una de las últimas estaciones de nuestro primer transecto: ¡Garajonay espera por nosotros!
Imágenes: Ianna Luna, Javier Arístegui
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