Entramos en el séptimo día de la campaña y comenzamos a tomar ritmo de las tareas que tenemos que hacer. Esta vez es la segunda campaña del proyecto para muchos de los investigadores y eso se nota en la increíble organización que se observa en el laboratorio. Ahora cada persona conoce sus tareas y además todos tenemos tiempo de prepararnos tanto física como mentalmente para los primeros días de muestreo que llegarán en menos de 24 horas cuando encontremos el centro del remolino, que determinará donde realizaremos el primer transecto biogeoquímico.
Durante la primera semana de la campaña ha sido el turno de los físicos, que han estado siguiendo la trayectoria del SeaSoar para observar los datos que iba proporcionando este equipo. Para aquellos que no lo conozcan, el SeaSoar es un vehículo remolcado que está equipado con alas que tienen un propulsor y que se pueden girar para permitir que el vehículo vaya ondulando en la superficie del océano, entre los 5 y los 400 metros de profundidad aproximadamente. Durante su trayectoria el SeaSoar mide en continuo variables fisicoquímicas como la temperatura, la salinidad, el oxígeno, la turbidez y la clorofila. Esto nos permite conocer la estructura del remolino con gran detalle y saber, por ejemplo, hasta qué profundidad hunde agua este remolino anticiclónico (empleando los datos de temperatura y salinidad), o dónde se acumula la mayor parte de la producción primaria (usando la clorofila y la turbidez como indicativos).
Sección de temperatura de un transecto de SeaSoar cruzando el remolino Bentayga
Ahora hemos pasado a la siguiente fase, ya teniendo un mapa detallado del remolino, nos dedicamos a buscar su centro. Esto lo realizamos con el uso del ADCP, que es un medidor de corriente hidroacústico, que se emplea para medir velocidades de corriente de agua a lo largo de un rango de profundidad usando el efecto Doppler de las ondas de sonido dispersadas por las partículas que se encuentran en la columna de agua. Por lo tanto, con este equipo podemos determinar el punto donde la corriente horizontal será nula, que nos dará el centro del remolino.
Mientras tanto, los biogeoquímicos han aprovechado estos días para preparar todo el laboratorio y realizar pruebas en los aparatos que se van a emplear. Por esta razón, a mitad del muestreo del SeaSoar (en el transecto que cruzaba cerca del centro del remolino) se pusieron a coger muestras de agua del flujo continuo que toma el barco a 3 metros de profundidad. Por ahora, solo hay buenas noticias y todo funciona correctamente, tanto los sistemas de filtración de agua (para luego obtener variables como la clorofila, el ADN o la materia orgánica disuelta y particulada) como el fluorómetro (que nos permite medir la producción primaria) o el citómetro (que nos permite estudiar la estructura de la comunidad planctónica).
Lucia y Elena muestreando agua de la toma del continuo del barco
También hemos tenido tiempo de preparar los incubadores donde podemos simular las condiciones de temperatura y luz que hay en diferentes niveles de la columna de agua (por eso los filtros azules que simulan la atenuación de la luz) para estudiar los procesos biológicos que realizan las diferentes comunidades fitoplanctónicas, como la producción primaria o la fijación de nitrógeno. Si queréis saber más sobre la producción primaria podéis leer esta publicación del blog de la campaña pasada y en unos días escribiremos una sobre la fijación de nitrógeno.
Aja y Álvaro recortando los filtros para preparar los incubadores
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